ESCRIBIR Y DEJAR FLUIR
- Lina Macias
- 13 may
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 16 may
La libertad que siento al plasmar en palabras aquello que fluye del corazón, eso que vibra en el alma y en lo que a veces no encuentro consolación, del corazón brota todo lo que se ha acumulado, eso que por tantos años en nuestro corazón guardamos. El dolor se convierte en belleza y solo a través de las letras encuentra liberación ¡si que en verdad agradezco haber recibido el don!, un regalo tan precioso que sí que ha cambiado mi vida, un grande beneficio después de tantas caídas.
El talento de escribir impregnado con poesía y es que fluyen las palabras como si llevaran una guía, cada verso que expreso con toda la gallardía, muchas verdades revela ¡que liberación la mía!, pues tantas veces mi voz callaron, que ahora con libertad puedo expresar, con el alma en mis letras lo que tantas veces tuve que callar, ¡tiempo al tiempo una vez escuché! el tiempo ha llegado ahora lo puedo entender, palabras que tocan primero a mi corazón, con pinceles dibujo ahora en el lector, trazos y figuras de lo que ha sido mi dolor, pero también plasmo lo que es mi liberación, relatos desde mi experiencia que nacen del corazón.
Dejar fluir es dejar de controlar, dejar de juzgar lo que nace desde adentro. Es respetar el ritmo de mis emociones y permitir que tomen forma, aunque no siempre sean hermosas, aunque a veces duelan. Y en ese fluir, descubro que escribir es mi forma de volver a mí misma, una y otra vez.
Hoy sé que en cada palabra que comparto va una parte de mi alma. No escribo por escribir. Escribo porque eso me salva. Porque hay algo sagrado en contar lo vivido, en transformar la herida en palabra, en compartir lo que antes escondía. Y si en el camino, alguna de mis letras toca el alma de otro ser humano, entonces todo el viaje ha valido la pena.
Y es que escribir es un acto sagrado,
una danza entre el silencio y lo que ha gritado,
es abrir las puertas del alma sin temor,
es dejar que la tinta transforme el dolor.
Cada línea es un suspiro que ya no se guarda,
una herida que al nombrarse, se ablanda.
Es el arte de ponerle nombre a lo innombrable,
y de convertir lo roto en algo memorable.
Escribo no solo para sanar,
sino para honrar el camino recorrido,
para mirar atrás sin miedo
y reconocer que aún en el abismo
había semillas de algo nuevo.
Escribo porque es mi manera de renacer,
de volver a mí misma una y otra vez,
de encontrar sentido entre los fragmentos,
y de regalarle al mundo mis sentimientos.
No hay más máscaras, no hay más prisión,
hay un corazón latiendo en cada oración.
Así dejo fluir, sin juicio ni medida,
porque sé que en cada palabra hay vida,
y en cada página, una pequeña revolución:
la de una mujer que escribe desde el alma
y transforma su historia en canción.







Comentarios